La última Risa del Cuervo
©Nabely Figueroa Lee
Por Nahum Villamil Garcés
No puede dejarse de hablar sobre la Obra escogida, de Álvaro Miranda, publicada por Leer el Caribe en 2016. Miranda, recientemente
fallecido, fue un notable poeta, rasgo que no abandona al arriesgarse en la
prosa, como demuestra su aclamada novela La
risa del cuervo. Pero vamos por partes: Alfonso Reyes sostenía, hablando del método histórico de la crítica
literaria, que “toda operación crítica
consiste en enfrentarse con un texto determinado y conocer su vida en
superficie y en profundidad (…) y, en su caso, los pleitos judiciales a que
haya dado lugar.” Como adelantamos, Miranda se fue a vivir a Argentina a principios
de la década del ochenta, pero no le dijimos el porqué. Él lo relató en una
entrevista a Diego Armando Peña:
Yo me había ido para Buenos Aires
enamorado de una argentina. Allá, empecé a buscar empleo, pues mis ahorros no
duraron ni tres meses. Esta amiga, al tercer día de haber llegado, me dice:
“¿Por qué no escribís una novela y concursas?”. Yo nunca había escrito
narrativa, pero ella insistió e insistió hasta que compramos una resma de
papel.
En el medio apareció un enorme cargamento de libros de Juan Gustavo Cobo
Borda, tan propenso a los excesos, donde Miranda encuentra a su personaje, José Félix Ribas, y también la
constatación de que solo faltaban cinco días para el cierre del concurso:
“Enseguida, me fui a la máquina de
escribir. Comencé: “Corriendo por los llanos de Venezuela con la cabeza al
costado…”. Acabé el primer capítulo y me acosté. Luego, me paré con el segundo.
Así fui escribiendo: dormía y me levantaba con un nuevo capítulo. Al quinto día
la llamé: “Venga, ya está la novela”. Esa mujer llegó feliz. Cuando la íbamos a
entregar, veo que las bases dicen: “No podrán participar extranjeros que no
hayan vivido cinco años en Argentina”. Yo no iba a perder el esfuerzo, entonces
saqué la plica y puse el nombre de ella. Yo me quedé con una copia. Meses
después peleamos y me vine para Colombia. A la semana, ella me llamó: “Te
ganaste el primer premio.”
En entrevista con Emiro Santos, Miranda cuenta con
más detalle el consejo que les dio el escritor argentino Enrique Pezzoni:
“Pezzoni recomendó: “No digan nada; que ella reciba el Premio, porque de
lo contrario no le entregan el dinero”. Recuerdo que el dinero era equivalente
hoy a la compra de un carro de 30 millones de pesos. Más o menos. Yo decía: “Si
me gano esta plata…” María Dolores me llamó y me dijo: “Che, loco. No sé qué
hacer. Aquí me llama la prensa. Que le envíe los escritos. Y no tengo ni idea
de qué fue lo que escribí”. Era el año 82. No había Internet. Así que se los
envié por correo. “Bueno, ¿qué hago con el dinero?” “Mándame el cincuenta por
ciento”, le dije. Todavía estoy esperando el cincuenta por ciento. Nunca me
llegó.”
Esta novela, según Pablo Montoya, tiene un tratamiento poético de la
historia que establece un paradigma fascinante en la literatura colombiana. Lo
que sigue en su historia no lo es menos. Prosigue Miranda en su entrevista con
Emiro Santos:
“Cuando llegué a Bogotá tuve la fortuna de conocer a Adriana Grosso, mi
esposa. Empezamos a trabajar en una revista de panadería –ella es periodista–,
y cuando pasó un año, me dijo: “La risa del cuervo es una novela muy
importante. ¿Por qué no la publicas?”. Me puse a releerla y a reescribirla, sin
perder la estructura fundamental de los temas. Y la novela surgió. Adriana la
mandó a imprimir en una imprenta que teníamos, Thomas de Quincey Editores (así
le habíamos puesto a nuestra editorial que sacaba revistas de panadería. Ella
es una buena panadera. Yo soy un buen panadero). Y comenzó la novela a tener
una gran fuerza y a recibir los comentarios de la crítica.”
Así, la novela nacida por necesidad económica de un poeta, publicada en
cuerpo ajeno, y vuelta a publicar por una editorial que imprimía revistas de
panadería bajo el nombre de un romántico
inglés, terminaría por ganar el premio Gómez Valderrama de Colcultura y
encontrar el elogio de la crítica. Esta novela que si bien cuenta con 6
ediciones, no ha sido masiva en sus casi cuarenta años. Parte de dichas
ediciones fueron realizadas por sellos pequeños y, como ya contamos una figura
a nombre de otra persona. Lo cierto es que Miranda la sometió a constantes
reescrituras y cada edición guarda diferencias con sus pares. La última
edición, realizada por Leer el Caribe,
guarda una particularidad: y es que, como afirman Deiver Juez y Dayana Meza en
un trabajo inédito sobre Miranda, en tanto el autor participó de forma activa
en dicha edición, se trata de su última voluntad editorial. Este no es un hecho
que deba pasarse de largo. Una novela que ha sido tenida como paradigmática de
la nueva narrativa histórica por autores de renombre internacional como Pablo
Montoya y Noé Jitrik, encuentra, tras varias décadas, su versión final en un
programa regional de proyección escolar y pedagógica. Hay mucho de encomiable
en ello.
El propio Miranda lo señala así:
"Leer el Caribe es sacar del escondite a los escritores. Eso hacía mucha falta"
Puedes ampliar este relato escuchando el podcast literario BibliotecaBizarra
BIBLIOGRAFÍA
· Montoya, P. (2009). Novela histórica en Colombia, 1988-2008: entre la
pompa y el fracaso. Universidad de Antioquia.
·
Reyes, A. (2014). El deslinde: Prolegómenos a la teoría literaria.
Editorial Verbum.
·
Santos, E. (2015). Álvaro Miranda: la historia de la risa y el miedo.
Visitas al Patio, (9), 133-140.
*Este texto forma parte de un especial dedicado a la literatura del Caribe colombiano, hecho gracias a la Beca de Crítica Cultural, del Ministerio de Cultura de Colombia.